El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que las Bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas, Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham, pero las perfecciona ordenándolas no solo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos.
Así, las Bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las dificultades; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya iniciadas; y quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos. (cf. CIC 1716-1717)
El campo de las Bienaventuranzas empieza donde acaba el Decálogo. Jesús nos invita a un desasimiento efectivo. Pide a los menos favorecidos que cierren su corazón a la codicia, y ordena a los privilegiados desprenderse de lo superfluo en beneficio de quienes no tienen lo necesario. El cristiano no practica la caridad solo al socorrer: empieza a amar cuando se priva de algo en favor del hermano.
No se trata solo de desinterés, sino también de justicia, cuando la honradez provoca empobrecimientos reales.
¿Cuándo Jesucristo fue honrado y justo? ¿Con quién?
…Con la pecadora pública, con el buen ladrón, pagando los impuestos como un ciudadano…
(Nota: según Biblia Católica, la numeración varía: en algunos textos aparece como Mt 5, 4 y en otros 5, 5 — ambas aceptadas.)
La palabra griega para “mansedumbre” incluye firmeza interior y dominio de sí. Los mansos no son débiles. La mansedumbre evangélica es una virtud fuerte, que exige severidad consigo mismo.
Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón” (Jn 14, 1.27) y “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas” (Lc 21, 19).
¿Cuándo Jesucristo vivió la mansedumbre? ¿Con quién?
…Con los pecadores, con los fariseos hipócritas, durante su Pasión…
(Según traducción católica latinoamericana: Mt 5, 4. Citas pueden variar ligeramente.)
Quien confía en Dios halla luz aun en los días oscuros. Los hombres se entristecen porque no comprenden, pero el cristiano se abandona al Padre que sabe, guía y decide.
San Agustín revela el secreto de la alegría cristiana:
“Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios.”
¿Cuándo Jesucristo manifestó alegría? ¿Con quién?
…Con los niños (“Dejad que los niños vengan a mí”), con la gente sencilla, con sus amigos…
La santidad se caracteriza por la unión con Cristo: de vida, de gracia, de pensamiento y obediencia. Tener hambre de justicia es desear parecerse a Él, y renovarlo cada día. Cristo calma esa hambre con su gracia hasta saciarla definitivamente en la unión eterna.
¿Cuándo Jesucristo acudía a su Padre? ¿Con quién?
…Antes de tomar decisiones, ante las dificultades, con sus amigos; enseñándonos a rezar el Padre Nuestro…
La misericordia es justicia hacia nosotros mismos. Muchos dicen: “No quiero pensar más en ello, pero no perdono.”
El corazón se vuelve frío, desconfiado, amargo.
Solo se olvida cuando se perdona.
Perdonar es un poder divino: destruye el mal negándose a sentirse ofendido.
¿Cuándo Jesucristo perdona? ¿A quién?
…Siempre y a todos.
El cristiano “limpio de corazón” obra como cristiano en todo momento: es fiel a su palabra y coherente con sus convicciones. No se deja llevar por el conformismo social ni por la moda del pensamiento.
¿Cuándo Jesucristo actúa sin doblez ni engaño? ¿Con quién?
…Con sus Apóstoles, amigos y enemigos…
(Traducción católica: “los que trabajan por la paz”, no solo “pacíficos”)
Tras liberarse del egoísmo, la dureza y la duplicidad, la paz de Cristo puede desarrollarse en nosotros e irradiar a nuestro alrededor.
San Pablo exhorta: “En lo posible, y en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos.” (Rm 12, 18)
La paz no siempre depende de nosotros, pero siempre nos corresponde intentar construirla.
¿Cuándo Jesucristo transmite la paz? ¿Con quién?
…Dialogando incluso con sus enemigos, ante las discusiones de sus Apóstoles, en momentos de tensión y sufrimiento…
Jesús pregunta: “¿Están dispuestos a luchar por los derechos de Dios y de sus hermanos?”
El Reino necesita discípulos valientes, capaces de enseñar, practicar y defender la justicia, sufriendo por ella cuando sea necesario.
¿Cuándo Jesucristo fue valiente? ¿Con quién?
…Ante el mal, ante el dolor y el sufrimiento…
Nosotros tenemos más que a Moisés y los profetas:
tenemos al Hijo de Dios resucitado, la prueba suprema de su divinidad y de la verdad de su doctrina.
La fe cristiana se apoya en hechos:
Jesús murió y resucitó.
Los Apóstoles dudaron al principio, pero luego dieron testimonio hasta el martirio:
“Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído.”
La victoria de Cristo sobre la muerte es también la nuestra.
¿Cuándo Jesucristo vivió el optimismo profundo? ¿Con quién?
…Ante aparentes fracasos, con los traidores…